16 de Abril En la correspondencia con mi hermano surge una práctica insólita por su parte que consisite en enviarme cuadros que debe andar buscando por la red. Qué extraño me resulta imaginarle a la zaga de las pinturas. Él sabe que yo dejé de pintar hace bastante y no sé si se dará cuenta que encontrarme, de pronto, con esa irrupción plástica provoca en mí sentimientos contradictorios.
¿Qué buscará él en los cuadros? Creo que una suerte de ilusión mental paradisíaca u onírica.
Hace días me envió unos paisajes de Constable. Un pintor al que apenas había dado yo importancia, yo y, prácticamente, toda la historia del arte. Y resulta que plasma unos entornos ideales, a la vega de un río, con una vegetación verdeante y algunas casas emboscadas.
Al verlos reconozco la idea que iba columbrando, que esa casita imposible que busco ha de estar en la vega de un río, que la montaña, con sus casas de piedra y sus paisajes comparables al mar, me resulta demasiado metafísica, que la vega es para mí como la vida, con un poco de todo, con cielo, flora, fauna, agua, seres humanos... Y así se lo digo a él añadiendo que, tal vez, lo que busquemos sea la vega del pueblo de nuestro padre, ese sol dorando débilmente las huertas al atardecer... Y él me dice que sí, que también es su entorno natural preferido... Y yo me quedo meditando si, en lugar de estar buscando una casa, un futuro lugar para huir a la naturaleza, no esté buscando, otra vez, un recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario