Bruno Marcos

24 de Septiembre ¡Qué impresionante ver a los monjes budistas encabezar las revueltas contra la dictadura de Birmania! Con la cabeza afeitada, los pies descalzos y ese escueto paño naranja por vestimenta. Contrasta verles pasar a la acción y también verles por esas calles modernas como si algo del pasado pudiera cambiar algo del futuro.

23 de Septiembre Ella y ello se van a dormir. Yo me conecto al satélite. Cuando voy a la cama le digo a ella que en ese pequeño rato me fui a casa y había ido a ver a los peces del parque.
Lo que no le dije es que después fui a Benarés. Debía ser de noche porque no había nadie en las escalinatas del Ganges.

22 de Septiembre Lo cierto es que sí me llevó alguna vez de pesca mi padre. Lo que no sé es si fue antes o después de lo que narré ayer.
Fue una de las tardes más mágicamente extrañas que recuerdo de la infancia. Era ya tarde cuando fuimos a una orilla majestuosa del río que pasa por su pueblo. Había visto innumerables veces la caña en casa, con su carrete de manivela negra y su fuste amarillo. Él se adentró entre el follaje hasta un punto que parecía un trampolín de tierra. Como no cabíamos los dos allí yo debía esperarle detrás en un pequeño claro. Desde allí sólo podía ver su espalda y oír sonar el latigazo del sedal en el aire, un poco más fuerte al principio y leve al final, cuando el cebo caía sólo por su propio peso al agua.
Toda la superficie del río estaba llena de mosquitos que revoloteaban tocando de vez en vez un poco el agua. Sobre el silencio cada poco se oía saltar un pez. Se les podía ver perfectamente, plateados y gordos, intentando engullir cuantos insectos pudieran en la pirueta.
No tardó en sonar el carrete. Uno había picado. Yo sujeté la nasa de metal manteniendo abierta la portezuela verde hasta que cayó la pieza. Recuerdo mirar un largo rato al pez sacudirse, mover todo su cuerpo con una fuerza asombrosa que fue mermando poco a poco. Después, movido por no sé qué crueldad infantil, desplegué una navajita que tenía y le clavé la hoja innumerables veces contemplando como un rojo precioso brotaba de los geométricos tajos sobre la piel de espejo.
Al volver a la casa de mi abuela todo el pueblo estaba cubierto de una luz extraña. Seguramente era agosto, uno de los días más largos del año, porque se veían las luces eléctricas de los hogares ya encendidas, y sus interiores, mientras el cielo estaba aún anaranjado.
Curiosamente había en nuestra puerta un coche exótico, un coche francés. Un ahijado de mi padre que había venido a enmendar un error de su partida de nacimiento por el cual había tenido por nombre el mismo que mi abuela durante toda su vida, Alicia.

21 de Septiembre De viaje hacia el destierro les conté a ella y ello algo de cuando yo tenía ocho o nueve años: Los más pequeños habíamos ido con mi madre de vacaciones a la ciudad del mar y habíamos sido muy felices. De aquí para allá todo el día, por ese barrio de cuento suizo, de una casa a otra, durmiendo acá, comiendo allá... Todo el día entre la familia, como en las películas italianas, con esporádicos deslumbramientos en la playa de la Concha.
Mi padre se había quedado con alguna de mis hermanas mayores y a la vuelta, nos contó, entre otras cosas, que habían ido un día a pescar. Recuerdo que aquel detalle me disgustó. Nunca había hecho eso cuando yo estaba. Me pareció que, a modo de venganza por habernos marchado, él hubiera decidido divertirse a su manera.
Después me pasé toda la noche soñando con él. Íbamos los dos en su viejísimo coche hasta el borde de un río inmenso lleno de zonas encharcadas. Un paisaje extraño, verde y plateado, pantanoso y siniestro. Luego salimos a las calles de un pueblo y deambulamos los dos, vestidos con impermeables. Recuerdo que en un momento dado, en el sueño, me agarraba de su brazo, como una novia más que como un hijo, y tenía una sensación de felicidad enorme.
Puede ser que ahora, cuando él es ya un anciano y yo un adulto, al margen de cómo es él y de cómo soy yo, me dé cuenta de que tuve –tengo- necesidad del padre, de que simplemente le amo con un amor arquetípico.

20 de Septiembre ... los diarios esa burocracia del sentimiento a la que se someten algunos escritores, llenándose de pupitres interiores.
Francisco Umbral

19 de Septiembre Hojeando libros para preparar las clases me topo con la obra de los grandes maestros. Todo son dibujos desconocidos, apuntes o bosquejos preparatorios para posteriores cuadros. ¡Qué incontestable!¡Cuánta frustración propia al verlos! Esta época... nuestro minúsculo talento...

18 de Septiembre El último cuadro de Frida Kahlo es un bodegón de sandías abiertas. En él aparece la leyenda: Viva la vida.
Extraña porque estaba invadida del dolor desde hacía años, porque su cuerpo estaba taladrado, roto, torturado..., porque nadie supone un vitalismo en quien se muere. Extraña la redundancia semántica, la vida está viva, pero puestos a vitorear qué sino la vida misma.

17 de Septiembre Qué idéntico es todo. Volver al destierro con la comodidad de conocerlo. Repetir tiene sus cosas buenas pero, por momentos, es deprimente enfrentarse a lo mismo, a esa comodidad donde sabes que no habrá gran cosa.
Cruzo la llanura otra vez y echo en falta la intensidad con la que viví el año pasado la separación del bebé con apenas un mes.
Mi mente rehuye analizar nada ahora, parece que me vetase a mí mismo ordenar esta rutina absurda que va siendo mi vida. También me veto visualizar la cara del bebé por miedo a sufrir de nuevo, pero me siento mal porque me parece que quisiera olvidarme de él.
Todo lo que le he amado en su primer año justifica toda mi existencia.

16 de Septiembre Otra vez hacer maletas. Lo que más me inquieta desde el año pasado es mi deseo de duplicarlo todo en lugar de transportarlo.

15 de Septiembre Parece que fuera ser verano siempre.

14 de Septiembre Como me conoce siempre se las ingenia para abrir mis fotos y verlas y yo me ruborizo siempre. Aunque pasen por ese mostrador estereotipado fotos de todo el mundo esas están siempre dentro de lo previsible: Turismo, bodas, cumpleaños, bautizos, despedidas de solteros, cariacontecidos rostros de carné...
Y de pronto mis cosas, a tamaños exorbitantes, con temas reluctantes o extravagantes; sólo compiten con los idolatrantes retratos infantiles o los megalómanos recién casados.
Me despide el fotógrafo bohemio recitándome la agenda del día de las inauguraciones. Le contesto que ya no tengo tiempo para tanta alharaca. Él pensará que soy tonto porque semejantes fotos artísticas sólo se justificarían si estoy dentro de la alharaca.

13 de Septiembre La cita de ayer tiene una gran importancia pero no es tan fácil la solución como parece. Expresa un deseo de vuelta al orden, un cansancio real de la frivolidad artística actual.
La respuesta a la pregunta que formula es que la vanguardia se dio en el arte por la crisis que supuso la aparición de la fotografía. Las demás artes, la literatura, el cine... se vieron seducidos por el despliegue de creatividad que quiso dar otra función a la ya perdida de mímesis. Estas otras disciplinas pueden volver a algún sitio pero las artes plásticas no, pues de volver a una función fuertemente definida sería a la de la función productiva de imágenes miméticas ya absorbida por la fotografía y el cine.
La muerte del arte es algo ineludible.

12 de Septiembre "Finnegas wake es una obra extraordinariamente creativa, pero Joyce acabó escribiendo un libro ininteligible y si la literatura hubiera seguido ese camino no tendríamos hoy la obra de Borges, Faulkner, Hemingway... Lo que siguió a Duchamp lo destruyó todo.
¿Por qué sucede en las artes plásticas y no en la música o la literatura que absorbieron la experiencia fecundísima de la vanguardia y regresaron a su cauce?
Ferreira Gullar

11 de Septiembre Otra llamada enigmática del Sputnik. No sé por qué se acuerda ahora de mí. Puede ser que íntimamente creyera siempre en mi talento. Tiene el acierto de ofrecerme cosas que sabe que serán tentadoras para mí: Una cita internacional flanqueado por dos artistas extranjeros; uno lo es tanto que cuando pronuncia su nombre por teléfono parece que se ayuda de una escrito para hacerlo correctamente.
Todos me dicen que es una galería cadáver y yo pienso: “¿Acaso no soy yo un artista cadáver?”

10 de Septiembre Desde que nació sólo le hemos puesto jazz. Últimamente he pensado en que oiga algo de música clásica y le he enseñado a dirigir con los dos dedos índices. Lo increíble es que a los dos días ya distingue todas las demás músicas de la clásica y se pone a dirigir y a reírse mientras me mira.

9 de Septiembre Se despiertan antes que yo. Ella le pone en la cama y se acerca a gatas, serio, concienzudo, como si supiera perfectamente a dónde se dirige; y cuando alcanza mi rostro ladea la cabeza y pega su cara a la mía. Es su forma de besarme. Es un instante, como un fogonazo, décimas de segundo en las que noto, casi como si no hubiera pasado, su piel templada. Me parece tan poco que protesto y le persigo cuando a él ya le ha seducido un mundo fascinante de puertas, armarios y enseres.

8 de Septiembre El arte debe curar. El arte que no es medicina es veneno. Jodorowsky

7 de Septiembre Muere Pavarotti y me quedo embobado frente al televisor escuchando el portento. Ese cuerpo embotado y estático sobre el que el frac nunca acababa de encajar, esa cabeza ancha de cabellos tristemente ennegrecidos y esas cejas pintadas de los últimos años... Su mirada opaca siempre clavada en un punto fijo y abstruso. Todo el aspecto del panadero que debió ser su padre, panadero y fan de la ópera.
Y sin embargo ese portento de belleza le brotaba en la voz sin más para encantar al mundo como si no le costase nada, sólo ese cierto estatismo no grácil. Al contrario de esos otros tenores que sufren, que parece que fueran a dar a luz entre dolores su voz para acabar pariendo un grito, él cantaba, dejaba fluir la luz en el sonido, como Orfeo. No sé si amansaría las fieras, pero parecía que todo el caos horrible del planeta cobrase orden en él. De su cuerpo torrencial de pan manaba la belleza entera. Ante su muerte uno tiene la sensación real de que el mundo verdaderamente pierde mucho.

6 de Septiembre A ver si yo también empiezo a hacer predicciones. Hace unos días , no sé por qué, pensé en que quizás algún día, alguien, un desconocido, me enviase a mí un libro suyo o un manuscrito, como he hecho yo en algunas ocasiones. Y el caso es que hoy aparece en el buzón un precioso libro de poesía de una perfecta desconocida de la otra punta de la península. No sé qué hacer con él. La poetisa, muy escuetamente, me trata de usted y me pide su opinión. Pero no me puedo concentrar en la poesía sino en la pesquisa policial: ¿Quién será? ¿Cómo me ha conocido? Ella, mi mujer, deambula por la casa acusándome jocosamente de tener una amante escondida. Todo con diminutivos despectivos. Lo dice con tal desparpajo que pienso en que tal vez no le importase demasiado, es decir, que me dejase tener una amante, como quién tiene un capricho pasajero, un reloj un poco más caro de la cuenta o un coche nuevo. Me hago esa ilusión pero sé que sólo sería eso, una fantasía.
Concluyo el asunto con lo siguiente: “Mira le voy a contestar esto a esa señora: La poesía bien, excelente, pero comprenda usted que yo soy un hombre casado”.

5 de Septiembre Si no fuera porque hay una niña muerta este caso sería apasionante del todo. La pareja podría haber engañado a todo el planeta incluido el papa de Roma y su infalibilidad. La sensación es además un dilema moral. Culpar a los padres del colosal engaño, incluso de la muerte de la pequeña sin tener la seguridad que un día aparezca por ahí viva... O ver crecer la bola postmoderna de millones y aviones privados...
La cuestión es que aunque hayan engañado a todos la desgracia les tocó a ellos aquella noche cuando podía perfectamente haber pasado de su puerta.

4 de Septiembre Todo el mundo parece otro después de las vacaciones. Están humanizados, cansados de andar desnortados en un ocio excesivo para seres donde el saber ha sido íntimamente burocratizado. Es fácil contagiarse de una cierta euforia pasajera.

3 de Septiembre Sólo se presenta una alumna al examen. Sabe menos que en Junio. Salgo pensando que sea como sea no volveré a hacer exámenes, que no puedo añadir más absurdo a este absurdo, que tengo que encontrar otra forma de evaluarles...
Algo falla en la enseñanza, algo sustancial. Si uno lo piensa bien... casi toda la vida metido en centros educativos y siempre aborreciéndolos, pensando en irse, en escapar.
Últimamente pienso que es nuestra imbecilidad ingenua la que nos hizo creer que podría ser bonito enseñar, aprender..., y no la tortura de horas y horas de nuestras vidas finitas tiradas por la borda. Sólo recuerdo positivamente a aquellos profesores que me enseñaron a pintar o a escribir, es decir, a fugarme, a salir de allí, de aquí.

2 de Septiembre Como todavía hace calor no tengo aún la sensación de que el destierro está aquí ya, otra vez. Mañana tendré que ir a examinar y de pronto me doy cuenta, una vez más, de cómo lo que nos parecía que iba a ser un presente para siempre es ya también algo muerto.

1 de Septiembre Van surgiendo personas desde un fondo que yo sentía vacío, un espacio fantasmal donde los recuerdos van siendo traspasados por la blancura del fondo. Se equipara en mi mente lo que ha pasado con lo que no. Sin embargo vuelve, como una ola, a veces, cada vez de más tarde en tarde, durante menos tiempo, alguien. Y, atolondradamente, me viene la pregunta: "¿Quién he sido?"

31 de Agosto Otra vez el velo negro. La desgracia es como una golpe de dados que va dando aquí y allá. En el último texto que me dedicó, no hará ni ocho meses, comentaba, a raíz de mi obra Las preguntas, aquello que nos depara el final: la degradación física, la soledad... Y ya están aquí: Espero que se vayan de ti.

30 de Agosto Los días en la playa me han hecho reconciliarme con la ciudad. Cómo me gusta. Encuentro a la gente educada frente a aquellos rudos gallegos. Vitalidad allí donde vayas.

29 de Agosto Empieza a morir el verano. Es una de mis épocas preferidas del año. No sé si en todas las ciudades pero al menos en la mía se recupera el amor por la ciudad, a medida que la gente vuelve de sus vacaciones las calles cobran una vitalidad ahogada en el estío. Son los comienzos del otoño.
Antes decían que era deprimente. Creo que se refieren ya al momento del frío implacable, de la reclusión. Pero este lapso, imperceptible casi, de días calurosos aún con la ciudad repleta de gentes que se tiran a las calles, en los que te vuelves a encontrar con amigos, en los que surgen proyectos renovados, entretenimientos para pasar la vida; me revitaliza hasta el punto de concebir el verano como un desierto realmente.

28 de Agosto Vamos al mercado cubierto de el Conde. Tienen estos mercados algo de alegre y luctuoso. La convivencia y la actividad parecen estimulantes pero luego veo tanta casquería, casi la única que existe, puestos dedicados exclusivamente a eso y me pongo siempre existencialista. Están todos los recortes de la carnicería: Orejas, lenguas, narices y, sobre todo, sesos, cerebros de una pieza, grandes y pequeños, de corderos y terneras, intactos, posados como una escultura brutalista, como una probable escultura mía de hace siete u ocho años.

27 de Agosto Se me había olvidado retratar a una anciana del mercado de ayer: De negro, delgada hasta lo lineal, echaba el cuerpo minúsculo hacia la izquierda y extendía el brazo derecho paralelamente al suelo para apuntalarlo con un largo bastón fúnebre. El pelo aplastado por arriba, blanco como la leche, dejaba caer un fleco en derredor de la cabecita que apuntaba hacia donde se dirigía con una afilada naricilla intrépida. Sobre ella unas gafillas de pasta transparente. Podría decirse que era una bruja de Hansel y Gretel si no fuera porque resultaba, dando esos pasitos cortos, entrañable.

26 de Agosto Por hacer algo diferente nos unimos a una comitiva que pretende explicar el pasado judío de la urbe. Los guías hablan tan bajo que nos es imposible entender nada. En la ciudad del gran Moisés de León, el gran cabalista, hablar de los judíos aún se hace entre susurros. Vamos con todos a bajar la calle Mulhacín y en la de Las Cercas el fragor del mercado nos arranca.
Sobre este mercado al aire libre de los miércoles y los sábados recuerdo que hice yo mi reportaje fotográfico en la carrera. Si lo visualizo en blanco y negro, como las fotografías, veo que tampoco ha cambiado tanto aunque hayan levantado todo el suelo, hecho un parking y coronado la plaza con un hotel de lujo. Me fijo en el contraste, frente a la arcada principal del hotel un hombre muy primario raja melones sin parar. Supongo que esto es lo que querían evitar los políticos de hace cinco o seis años: La vulgaridad frente a su obra de maquillaje.
Ya estoy en contra de todas las restauraciones del mundo. Pulen las piedas, enlosan los suelos y todo parece una reconstrucción en cartón piedra. La incuria es necesaria, el deterioro transmite la sensación del tiempo encastrado en las piedras.

25 de Agosto Pandemia y territorio

24 de Agosto Dioses cadáveres. Es la expresión de Pierre Loti ante la inmensidad de piedras labradas de la ciudad abandonada de Angkor. Es maravilloso el relato que hace de su viaje. Lejos de mostrar un entusiasmo exagerado o una recreación fantástica al uso refleja sensaciones muy parecidas a las que yo he sentido en los viajes. Todo le satura, toda la muerte que rezuman las ruinas le ponen melancólico.
La primera noticia que tuve de Pierre Loti fue en Estambul donde todo el mundo habla de él porque debió establecer su residencia. Fuimos al famoso Café Pierre Loti en un alto desde el que se divisa todo el cuerno de oro y luego bajamos, como los propios estambulitas, por el inmenso cementerio paseando. Ella compró varias postales en las que Pierre aparece disfrazado de egipcio, de turco, fumando el narguile y así... y al llegar a casa compró este libro que ahora leo con delectación, solo y acostado en el dormitorio colonial. Creo que incluso en su momento la reprendí por comprarlo pensando que era una tontería.
No es sólo fascinante el monumento de la ciudad perdida sino cómo la sabana se la va comiendo. Los dioses, los personajes del Ramayana congelados por milenios, las apsaras capaces aún de concitar el placer de existir...
Sin embargo, ahora veo que yo no he sido tan pesimista, tan Pierre Loti, que cuando vi por primera vez esas apsaras no sentí toda la muerte de los habitantes de esos templos sino que sentí la deslumbrante luz de su existencia. Aunque tenía fiebre todavía en los templos de Kajuraju, donde el estilo hindú más puro se despliega por los lienzos de piedra, los turgentes, explosivos pechos de las apsaras danzando hacían evocar para mí el momento probable en el que el artista que los tallara encontrase en un lecho a su apsara real... Y el kamasutra al completo en piedra, zoofilia, poliandría inmemorial, deslumbrante entre los jardines de bugavillas.