18 de Febrero Nadie me fascinó como él. Cuando yo tenía 10 años él tenía 27. Venía de un mundo espléndido, educado, moderno; fascinado a su vez él por la historia, la literatura, el cine, los libros..., contagiaba por doquier ese embeleso. Su biblioteca adolescente era la nuestra, su legado prematuro.
Mi madre, supongo que supo ver en él lo que había de excepcional y le protegió frente a un entorno que, probablemente, desconocía lo que era la inteligencia.
Sus escasas visitas eran un acontecimiento, una fructífera siembra que debía alimentarnos durante meses. No sé si le conozco realmente, pero en esos fogonazos basé buena parte de lo que soy, de lo que quise ser. Probablemente es mi modelo mucho más que mi padre. Cabal, culto, sensible, metafísico, encantaba, enamoraba.
Aunque creo que me aprecia, al haberme conocido desde que yo era niño, o al no celebrar abiertamente mi literatura o mi arte, no puedo zafarme de la idea de que, alguna vez, le he parecido un imbécil a mi hermano.
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