Bruno Marcos

25 de Julio ...recorrer el barrio del instituto en el que estudié... Podía haberse mantenido intocado pero no, como todo es ya otra cosa... los solares... las casa deprimentes, como chalets pobres, han sido acorraladas por bloques de viviendas. La cercanía de la universidad lo ha convertido en un sitio peculiar, un barrio de jóvenes, un soho. Me recuerda a la ciudad de la rana en la calavera. Cada vez me doy más cuenta de lo niños que éramos y que toda ella era una ciudad de niños, de niños libres y a ratos desorientados, como ese París que decían debió ser una fiesta, no creo que lo fuera más que esa.
Recorro incluso la verja del centro educativo que albergó mi cuerpo durante cuatro años, en el que me pasaron tantas cosas cruciales a mi entender de entonces y que ya nadie recordamos. Mi reflexión va hacia que si ni nosotros mismos nos tomamos la molestia de recordar nuestras vidas cómo no va el mundo en general a sepultar nuestras existencias.
Es todo una cosa mental. Recuerdo que una vez con 20 o 21 años repetí ese itinerario del muchacho al instituto y mi sensibilidad se excitó. ¿Acaso sea yo ya un ser insensible?
Por un momento pensé en que al final de una de esas calles aparecería un solar tétrico asiduo de mis pesadillas. Estaba totalmente convencido aunque sabía que habían edificado en él y me impresionó no hallarlo.

No hay comentarios: