Bruno Marcos

20 de Agosto Un energúmeno me increpa al aparcar en la playa porque me he acercado demasiado a su coche. Lo separo e irónicamente le pregunto si le vale así. El otro hace esfuerzos para no responder pero al instante se revuelve. De pronto me parece que estoy en el patio de un colegio, que ese idiota sólo merecería una paliza y me siento dispuesto a dársela cuando dice que no sé conducir y no sé que más chorradas de retrasado mental...
Claro que yo le he dicho, sin insultos, algo peor, que las cosas no se dicen así, es decir que carece de educación, y aunque no tenga ni dos neuronas se dará cuenta de que sin educación no se es persona... En la infancia no se valoraba la educación sino el valor ante la ofensa, la supervivencia...
Como estaba en el nivel infantil me di la vuelta haciendo ruidos y gestos de desprecio... -el gesto flamenco equivalente a colgar un teléfono-. Cuando me tumbé en la arena vi que su cochambroso coche se iba de la playa. De rabia debió decidir irse. Si fuera tan fácil echar así a los energúmenos de todas las playas del mundo...

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