24 de Junio Lo oigo. Enfrente de mi casa un hombre se juega la vida frente a un toro. Una arborescencia de muchachos adolescentes vestidos de negro y con pancartas le increpan con todo tipo de insultos: asesino, fascista, incluso, en un momento dado, le llaman terrorista...
Mucho más alto truena la masa al unísono, llevada al extremo del paroxismo por los seguros gestos del toreador ante la muerte.
Sólo cuando uno ve de cerca a un toro se da cuenta de lo que supone esa fiesta, cómo sale el toro a matar cualquier cosa que se mueva con una imagen de belleza trágica, de negrura pintada en el aire, como si un demonio hermoso y cruel emergiera del infierno.
El hombre que entra ahí a ponerse delante de ese animal va a por todas, va a pasar de ser un hombre normal a ser directamente un héroe, de la pobreza a la riqueza, porque en unos minutos ha puesto todo en juego, absolutamente todo, lo único que tiene, la vida.
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