25 de Mayo Durante mucho tiempo he considerado negativo que fuéramos una repetición, que cumpliésemos un programa existencial, como si esa consideración supusiese una rebelión en sí misma que volviese significativa, distinta, mi existencia y, por ello, digna de ser vivida.
Me parecía que esa diferencia existencial era la única postura intelectualmente aceptable. Llevo, sin embargo, algún tiempo notando que puede ser un error total, que la historia está superpoblada de rebeliones iguales, repetidas, que lo ingenuo era soñarse distinto y que eso sí que podía constituir un prurito falaz.
Y noto que, en cumplir el programa existencial, pudiera lograrse un sentimiento de plenitud inigualable, quizá más que siendo distinto. Es el reverso: ser igual. Y el placer por saberse igual a quien ha exprimido esa igualdad hasta su médula, hasta la última gota de su existencia.
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