Bruno Marcos

24 de Abril Recorro nuevamente el amanecer pero mi mente rehuye ahora de las palabras. Por pereza, por cansancio, he dejado de pensar literariamente.
"No sirven para nada las palabras". Me digo. Quizá tenga algo que ver el hecho de que he dejado de intentar entender la existencia del bebé y sólo me dedique a contemplarlo como se contempla al mar sin entenderlo. Y así las palabras me parecen tontas, una utopía más, una ingenuidad más de la que acabaré por avergonzarme. "Cháchara". Me digo. Con esa palabra tan fea, tan vacua como la realidad a la que designa, con ese exceso de as y ches, palabras... palabras. Palabras a las que se pueden hacer oídos sordos sin que pase nada.

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