Bruno Marcos

6 de Diciembre Viene Gustavo de visita. Le digo que hace ya tanto de lo de Salamanca que parece que hubiera sido sólo un instante, una cosa cada vez más infantil… ¿Qué son cinco años en la vida de un hombre…? Una eternidad en el momento, una nada después. Cuando se tienen 37 años lo que uno hizo con 21 o 22 empieza a perder nitidez, sentido, a ser como de un otro que está sepultado en uno mismo… Sin embargo no lo acabas de superar, sólo parece que cayera en desgracia, en un saco olvidado… Con la edad uno empieza a conjugar los deseos de perduración con los de olvidar, con los de desentenderse de todo, darlo por vencido, tirado al estercolero del tiempo… Seguramente me dirán que todo está ahí construyéndote… Pero cómo será la ancianidad profunda, acaso un darte todo igual a ratos y, a ratos, recordar, con ilusión, con cansancio, sin fe, con vergüenza por la ingenuidad de la pasión por haber vivido así, como si todo fuera para siempre, con la mirada acortada, sin más perspectiva que la del fin.

No hay comentarios: