13 de Octubre Hace días se me ocurrió decirles que algunas de las esculturas pequeñas de arcilla podían intentar cocerlas en el horno de sus casas aunque estos no alcancen los grados necesarios.
Y ahora me doy cuenta de que no era una idea mía, que había sido tan sólo un recuerdo, un recuerdo de cómo mi padre modelaba figuritas y las posaba en el extremo más externo del horno, alineadas, unas tras otras, de lado, sobre el fondo negro e intentaba aquietar nuestra impaciencia mientras estas se cocían. Las que recuerdo son ovejas. Seguramente para un belén navideño. Tendría seis o siete años y todavía veo en mi mente cómo las modelaba y cómo después con la punta de un lapicero marcaba las ondulaciones de la lana.
Me doy cuenta de que para mí fue algo bellísimo ver producir formas a las manos de mi padre.
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