Bruno Marcos
29 de Octubre He de reconocer que el cementerio ayer estaba muy hermoso, que casi no podía sentir toda la angustia que la muerte proporciona. Solamente me quejaba una y otra vez a ella por traer a un niño tan pequeño a semejante sitio. Ya sé que él no se daba cuenta de nada, que era a mí al que asaltaba el temor más grande, el que siempre me hizo dudar de traerle al mundo, el de que él también algún día sea un cadáver.
Pero el cielo despejado y su propia alegría fueron trayéndome la idea que en su día me convenció, la de que por vivir esta vida merece la pena...
26 de Octubre No sé por qué lo hace. No tenía por qué escribir nada sobre él ni para bien ni para mal. Supongo que se trata de puro cinismo, del cinismo como un entretenimiento existencial.
Llego por casualidad. Escribe un texto en su blog animando a nuestro amigo enfermo -no sé siquiera si él le conoce personalmente- y en un primer momento me parece bien, al margen de su afectación, de su superioridad moral de vencedor de pasadas enfermedades, a pesar de un tono condescendiente y aleccionador la cosa tiene un pase, casi pienso en llevárselo a mi amigo; pero, por azar, descubro que ese texto es el refrito de otro con el que quiso animar a otro enfermo en el 2003. En algunas frases sólo se toma la molesta de sustituir al otro por este. En un caso así, de salud, una picaresca así es peor que algo inmoral, no tiene nombre.
25 de Octubre Hace tiempo salía como un cadáver de sí mismo. La cara retraída hasta la calavera, ausencia de varios dientes, pelo cano, escuálido, en una banqueta en medio del escenario, tras una guitarra... Y ahora se presenta por los platós como un personaje con la cabeza caída frente a la cámara, mostrando el cogote, una melena ahora revitalizada, de color castaño, larga. Está algo más gordo, con mejor aspecto, y locuaz habla de su tonada de la chica de ayer, como algo que le supera, como algo conmovedor que hizo además de su conmovedora ruina. Y es oírla y aparecer un tiempo en el que las canciones conmovían esa existencia desgarrada y pasional de la adolescencia, y la traen aquí.
23 de Octubre El vacío. Ese vacío del que habló mi padre en la muerte de su madre. En medio del funeral se le atragantó un llanto de apenas unos segundos, un llanto que arrastró el de mis hermanas en aquella bóveda silenciosa frente a la caja. Era un poco extraño, un hombre que ya pisaba el umbral de la ancianidad llorando por una mujer que ya estaba tan fuera del mundo.
Después dijo que aunque ya no necesitaba a su madre para nada había sentido un vacío tan grande.
Siempre me chocó ese término de necesidad, me parecía un rasgo de egoísmo pero veo que es en él precisamente en el que cobra valor el amor existencial.
22 de Octubre Han sido tres días horribles. Con la noticia me sentí de pronto muy cansado y la lentitud se apoderó de mis movimientos. Luego, al verla tan bien, se despejaban los nubarrones y me olvidaba del miedo y más tarde tenía mala conciencia de olvidarme y a la vez quería olvidarme de la incertidumbre... Uno no sabe si prepararse para lo peor o no anticiparse y al final acaba haciendo las dos cosas y confundiéndose.
Al fin un buen presagio me hacía estar tranquilo pero luego un día muy cansado, con el viaje y mil y una complicaciones, me hicieron empezar a verlo todo negro y viví unas horas extrañísimas en las que sentí todo el mundo, el planeta, el universo con un vacío enorme, indescriptible, como si no pudiera ni siquiera posar la mirada en él, y empezaba a intentar establecer en mi mente recuerdos nítidos de ella y no podía. Jamás he visto el mundo así como en esas horas cuando ella estaba en un espacio inexplicable, como si mi mente trabajase con una zona desconocida por mí, ingobernable que iba arrasando todas mis certidumbres.
Y sin embargo en el momento en el que una llamada telefónica dijo que todo estaba bien esa herida se cerró a una velocidad imperceptible y todo ese abismo me parece no haberlo contemplado nunca.
19 de Octubre Una correspondencia extraña, de alguien que conocí hace más de doce años. Me inquieta y me seduce. Me sitúa a mí como un personaje fantasmal que transita por sus pensamientos durante un tiempo en el que ya no nos veíamos. Y de alguna forma duplica ficticiamente mi vida en algo que me perdía fantasmalmente.
17 de Octubre Con un masoquismo indescriptible corrijo las segundas pruebas del diario del año pasado. Pulo, afilo..., pero ya no entiendo nada, le he cogido al libro una manía enorme, todas esas historias ya tan lejanas, de hace año y medio..., y ese humor, esas caricaturas que tanto me placían a mí y a los lectores ya me cargan.
No se puede leer un diario tantas veces y menos uno propio.
16 de Octubre Apenas recaigo en la feria del libro viejo encuentro un libro raro, algo de Adriano del Valle, la sombra de futurista estrafalario de principios del siglo XX, pero no puedo hojearlo casi pues, por detrás, me llama un amigo. Quiere hacer un falso documental y que le ayude en la dirección artística, tratará de una sombra del siglo XX y la casualidad es que lo llama Nicanor del Valle, ¿sombras hermanas?
14 de Octubre Pasa otra vez por casa Nacho en sus viajes de punta a punta. En la cena hoy nos cuenta algo horrible. Como todos tenemos prisa pasamos por ese horror casi de puntillas. Un amigo suyo rescata inmigrantes en el mar. En una ocasión tenía a uno agarrado en medio del oleaje y sólo podía salvar a ese mientras a su alrededor oía el burbujeo de los demás que se sacudían sin esperanza. Explica que su amigo no hacía otra cosa que desear que se muriesen de una vez.
13 de Octubre Hace días se me ocurrió decirles que algunas de las esculturas pequeñas de arcilla podían intentar cocerlas en el horno de sus casas aunque estos no alcancen los grados necesarios.
Y ahora me doy cuenta de que no era una idea mía, que había sido tan sólo un recuerdo, un recuerdo de cómo mi padre modelaba figuritas y las posaba en el extremo más externo del horno, alineadas, unas tras otras, de lado, sobre el fondo negro e intentaba aquietar nuestra impaciencia mientras estas se cocían. Las que recuerdo son ovejas. Seguramente para un belén navideño. Tendría seis o siete años y todavía veo en mi mente cómo las modelaba y cómo después con la punta de un lapicero marcaba las ondulaciones de la lana.
Me doy cuenta de que para mí fue algo bellísimo ver producir formas a las manos de mi padre.
10 de Octubre Ayudo a un compañero a mover unos legajos de un sitio a otro de la biblioteca. Le pregunto qué contienen y me responde que la prensa desde los años ochenta.
-Es un archivo impresionante, no habrá otro así en esta ciudad...
-Se lo ofrecimos al consistorio y lo rechazó.
-¿Lo consulta algún alumno?
-El último lo hizo hace 17 años. Y bueno, de vez en cuando, yo mando a alguno que busque el periódico del día de su nacimiento y recoja alguna noticia.
-Eso les gustará.
-Sí, sí... seleccionan algo de deporte normalmente...
Y luego caigo en que ese muro nuevo tapa lo que vi en el primer claustro de esta mazmorra, aquellas pilas y pilas de legajos que se extendía más allá de los muros.
9 de Octubre Me dice ella que por qué no le hago un retrato al niño. Pintado. Le contesto que no sería capaz de hacerlo, que no sé pintar. Puede ser la primera vez que admito algo así, tan claramente; y tal vez no sea del todo cierto, quizá si me ponía... pero tengo un sentimiento tan grande de frustración respecto a mi capacidad para producir belleza que puede ser que ni siquiera sea real, que ni siquiera me haga justicia.
8 de Octubre Después de varios días en los que se quedaba hipnotizado contemplando un tiovivo minúsculo instalado en medio de la plaza le monto en un caballo. Elijo uno blanco con la brida roja. Hay que sujetarlo porque es muy pequeño y yo, de pie, al lado suyo, giro con los demás objetos luminosos, el helicóptero, el coche de bomberos o el pequeño descapotable. Desde dentro del movimiento es el mundo el que gira y no se ve apenas la atracción, se ve a los que miran.
7 de Octubre Entre unas casetas espantosas hay una que expone el coleccionismo local de postales.
Empiezo a rebuscar y enseguida sale algo que me cautiva. Se trata de un paisaje marino. En blanco y negro, sobre un papel que amarillea, aparecen un cielo de borrasca y unos arrecifes grises azotados por el blancor de las olas. Lo extraño es que entre tal marejada unas minúsculas gaviotas vuelan y se posan en las rocas. Firma el cuadro un tal Amier Kreme.
Al reverso la impresión de la postal está al revés. María escribe desde Badalona a Angeline Gurmané de la calle Mlle Dechenaud, Boulevard Sebastopol 127, de París, France.
Con una letra perfecta de pluma le cuenta, en catalán, poca cosa, que ya la escribirá más adelante más extensamente, cuando llegue a Gerona.
Pregunto el precio y la compro y el vendedor me interroga, me pregunta si es por el paisaje y digo que sí, y que, sobre todo, me gusta porque es de 1906, y esa época me place. Seguramente desconfía de que tenga algún valor que a él le pasó desapercibido y, por lo tanto, me la esté regalando. Veo que no se queda conforme, seguro que en el negocio hay quien desprecia los tesoros para llevárselos por dos pesetas. El caso es que no voy a explicarle que no soy ningún entendido sino una persona rarita, morbosa, tal vez.
¿Sólo me doy yo cuenta de que esa postal dentro de cuatro días cumple 101 años?
6 de Octubre Salimos por la mañana. Es un día estupendo. Se da la casualidad de que esta pequeña ciudad ha organizado un maratón cuya meta está a dos minutos de nuestra casa y se da la casualidad, también, de que, entre aplausos, vemos entrar a la última corredora que, al aparecer al fondo de la calle, deja de caminar y, en un último esfuerzo, cruza la enmoquetada línea de meta corriendo. Es sorprendente el recibimiento, no sé si alegórico, además de los aplausos los periodistas se abalanzan sobre ella. Es el triunfo de los perdedores.
5 de Octubre Una idea nueva empieza a angustiarme: "¿Cómo sería tener otro hijo?"
Todo lo que he pensado y vivido respecto a este está atravesado por la excepcionalidad, por su ser único bajo el firmamento...
Ya sé que otro sería también único pero al ser todo el proceso una repetición parece que algo se volvería peor e injusto tanto con el primero como con el segundo...
Concluyo con que no estoy preparado para ser padre de dos personas por ahora. Seguro que es fácil -pienso luego- pero también me digo que en ese escollo entre primogenituras y demás se ha ido la felicidad de muchos.
3 de Octubre Hoy he sido yo el que estaba enfermo. ¡Qué extraño que mi cuerpo de hombre sea vulnerable a los virus de un bebé!
Como en otras ocasiones hasta que mi cuerpo no ha arrojado absolutamente todo su contenido fuera no se ha apaciguado. Es como si la cloaca química que somos debiera ser limpiada con extrema brusquedad de vez en cuando.
Lo decía la protagonista de El cielo protector, cuando vio a su amante como un enfermo sin cura dejó de verlo como a un hombre y lo percibió como una cloaca química, entonces pudo abandonarle moribundo.
2 de Octubre El bebé está enfermo. Rompe a llorar en medio de la noche y de alguna forma me alegro de poder cogerle sin tener que esperar a la mañana siguiente. Vomita y al momento está sonriente, dulce y cariñoso, se toma la molestia de hacerme carantoñas. Su estómago revuelto se aquieta encima de mí.
1 de Octubre Me remiten dos escuetas notas de prensa en las que se cuenta que Luis Melón es el primer artista local en abrir una galería o un museo o algo así en Second Life; y se dice algo de que en la muestra virtual el Simón del desierto de Buñuel y no sé quién más harán algo sobre el rey.
Pero, ¿cómo encuentro yo eso en Second Life si lo único que conseguí penetrando en ese mundo doble fue ahogarme en el mar y perderme en el cielo, experiencia totales y metafísicas...?
La verdadera obra de Melón es el relato literario de su currículum.
29 de Septiembre Acepto la invitación para formar parte de la mesa de una conferencia sobre la necesidad de asociarse de los artistas plásticos de la región, pero, luego, me doy cuenta de que no podré estar en la ciudad y me veo obligado a decir que no.
De alguna forma empiezo a cogerle gusto a lo noes y las cancelaciones, me producen un íntimo alivio casi imperceptible. Algunos lo tomaran por debilidad, vagancia o timidez o ineptitud, pero ahora me doy cuenta de que siempre he sentido un poco mi propio deseo de figurar acá o allá como un defecto, como algo que no debería necesitar.
El caso es que si hubiese llegado a hablar de eso habría empezado con un imaginario título: "El Artista, de la bohemia a la precariedad laboral..." Y otra vez me iría al deber ser sin ir a lo que realmente sueño, es decir que prefiero en mi imaginario la bohemia a la profesionalidad artística... Seguro que no me atrevería a decirlo pero...
27 de Septiembre Después de necesitar tanto el año pasado fotografías de las tumbas antropomórficas para un artículo, me entero ahora que este destierro está rodeado de ellas.
Ayer fuimos a una necrópolis de estas, de los siglos X y XI. Está en medio de unas viñas espléndidas y perfectas, cuajadas de racimos negros. Nos encaramamos en un promontorio de roca lisa y había al menos cuarenta túmulos de todos los tamaños, excavados en todas direcciones. Algunos eran de niños, aun así parecían extremadamente pequeños, apenas dos palmos. Otros estaban cubiertas hasta el nivel del suelo por tierra y brotaba en las siluetas un tosco césped.
Sin embargo no encontré lo que buscaba, aquellas tumbas como las de Galicia en las que la lluvia había creado charcos que espejeaban el cielo, las nubes de tránsito por lo que es un alma muerta, esas con las que sentí lo que tan bien mostraba aquel poema del que hablé en el artículo.
Aquí nada resultaba trágico, en medio de estas tierras brotadas de vida, de una vida cíclica y de un vino eterno justo antes de la vendimia.
25 de Septiembre Lo veo en una revista de reojo. Es un cuadro de un pintor que ignoro. Lo reconozco porque lo vi en el Louvre y cuando estaba sacándole una fotografía me sorprendió Nacho mofándose y tildándome de grandísimo afeminado por fijarme en ese cuerpo masculino.
El cuadro es impresionante. Así como te defraudan, incluso Delacroix y otros, este desconocido para mí te seduce con la pintura de una figura marmórea, alabastrina, azulada, un narciso o no sé qué personaje mitológico que está tumbado al borde de un río que coincide con el marco del cuadro y no se ve.
Detrás una tupida vegetación verde crea un muro a su espalda sólo roto por un golpe de luz inigualable.
Este hombre desnudo se vuelve hacia arriba en un manierista contraposto y extiende la mirada y la mano hacia ese punto ígneo, blanco, azul..., que perfora la enramada que le cubre, un hueco por el que pasa una luz bellísima que le baña y le penetra.
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