Bruno Marcos

27 de Mayo Leo: “Para que un niño tenga los ojos azules han de tener ambos padres escrito en su código genético el azul”. No lo puedo creer, que los ojos azules de Darío no se deban únicamente a los ojos azules de ella. Es una más de las formas en las que el bebé me redime. Me salva ahora de haber sido un niño, un joven, un hombre con unos vulgares ojos castaños.
Resulta pues que yo, por dentro, tengo los ojos azules, que, en algún recodo encriptado de mí, como una piedra preciosa, están mis ojos azules, unos ojos como los suyos, como los de ellos, de ángel.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te diré, pedazo de desgraciao, que parece que has nacido ayer, que, a propósito de los ojos de tu hijo, debieras saber, además de otras cosas, que tu abuelo Bruno tenía unos ojos de azul claro y luminoso y que a tu tío Daniel le llamaban en el pueblo el alemán porque, además, de ser rubio tenía los ojos muy azules.

Anónimo dijo...

no conocí a mi abuelo y sus resplandecientes ojos azules, de mi tío sí, me había olvidado...

Javier Menéndez Llamazares dijo...

No te apures, Bruno: yo fui un niño de ojos azules y tampoco me sirvió de mucho. A lo mejor es que los míos, por dentro, son castaños, no sé.