Bruno Marcos

25 de Febrero ¿Por qué, después de conocer a un ser querido durante diez, veinte o treinta años, después de hablar infinitamente, de conocernos, cuando nos acordamos de él nos viene a la mente tan sólo la temperatura de su piel, acaso una mirada, una sonrisa, el tacto de sus manos? Para recordar eso no habrían hecho falta más que unos segundos juntos.

No hay comentarios: